La tarde es tranquila, Alfonso esta sentado en un cómodo sillón de terciopelo en el balcón de su apartamento ubicado el ultimo piso de un edificio de su propiedad. Desde el piso numero quince observa el mar, disfrutando de la tranquilidad que irradia el mar azul. Contempla la belleza mágica del ocaso mientras espera la llegada de Beatriz, ya casi es hora, ella ha sido puntual a su cita de los jueves por más de dos años.
Ya el sol se ha ocultado por completo. Alfonso saborea la ultima bocanada de su cigarrillo Newport mientras se pone de pie. Arroja la colilla por el balcón. Camina hacia la puerta, casi llegando a ella, a menos de tres pasos alguien toca el timbre, Alfonso abre la puerta, como siempre, es Beatriz que ha llegado. La rubia de cabello largo observa con ojos tímidos a Alfonso como si esperase alguna orden o reacción, este observa detenidamente a la joven de veintiún años, ojos negros, labios finos y rosados, curvas ligeras pero notables.
Alfonso acerca su mano al rostro de Beatriz quien se estremece al sentir el roce leve en su mejilla, la mano continúa su camino hacia la oreja, descendiendo por el cuello mientras que Beatriz cierra sus ojos, la mano apenas toca la piel hasta ascender a los labios rosados, los dedos de Alfonso los tocan, el pulgar entra en la boca de la joven, entre los dientes y la parte interna del labio.
Los dedos de Alfonso sujetan repentinamente el labio inferior de Beatriz, la presión hace que ella salga de su placentero trance, emitiendo un pequeño quejido. El la continúa sujetando y la jala al interior del apartamento. La lleva a una de las habitaciones sin dejar de presionar los labios, ella se ve obligada seguirle, el labio esta extendido hasta el limite.
En la habitación hay varias poleas, cuerdas, juguetes sexuales y otros accesorios similares. Alfonso toma un clip para enganchar ropa y lo coloca en el labio de Beatriz, prosiguiendo a colocarle tres más, otro en el labio inferior y dos en el superior. Beatriz solo emite pequeños quejidos, pero no se opone a las intenciones de Alfonso.
El la desnuda rápidamente dejando al descubierto ese sensual cuerpo, de un cajón saca un par de esposas que coloca en las muñecas de la joven, amarrándoles luego a una cuerda y elevando los brazos sobre la cabeza de Beatriz, dejándolos sujetos a una de las poleas.
Alfonso se detiene a observar la escena, una bella joven esposada, con clips en los labios, luego de ver el inicio de su obra comenzó a perfeccionarla, usando la polea jaló más las muñecas, extendiendo aun más los brazos hacia arriba, quedando Beatriz parada en las punta de sus pies.
Alfonso buscó varios clips más, se acercó calmadamente a Beatriz y comenzó a colocar mas clips en el cuerpo de ella, uno en cada pezón, los quejidos se hacen más fuertes, Alfonso se arrodilla y abre las piernas de ella, aprieta los labios del coño y pone un clip en cada labio, un quejido mas fuerte se escucha provenir de Beatriz.
El se pone de pie, toma una regla de madera, pasa la punta de esta por el cuerpo de ella, al llegar a las nalgas se detiene, ella sabe lo que ocurrirá, por reflejo contrae los músculos, Alfonso golpea fuertemente el culo de Beatriz el cual se tornar rojo tras la agresión, ella da un grito, el castigo continua cada vez más fuerte al igual que los gritos de ella.
Ya el culo de Beatriz está totalmente rojo, con pequeñas ronchas las cuales Alfonso pasa la lengua suavemente mientras clava sus uñas en los muslos de su esclava. El dolor que experimenta Beatriz es difícil de definir y mucho mas difícil es describir el placer que experimenta con este. Alfonso se pone de pie y desengancha las esposas de la polea y acuesta a Beatriz en el suelo, luego busca una cuerda y comienza a hacer ataduras en su cuerpo.
Alfonso ha desarrollado cierta habilidad en el arte de los nudos y las ataduras, con calma va creando una compleja red de nudos, en poco tiempo logra su objetivo. Las piernas de Beatriz están dobladas sujetas por la cuerda, sus tobillos están sujetos a la base de sus muslos, la cuerda pasa por su coño partiéndolo a la mitad subiendo por su ano hasta llegar a su espalda donde están sujetas sus manos ahora, la cuerda envuelven sus pechos los cuales aun tienen los clips en sus pezones. La cuerda recorre todo el cuerpo de la joven quien se excita al sentir el roce y la presión de la cuerda y los clips.
Alfonso utiliza una de las poleas y eleva el cuerpo de Beatriz dejándolo a la altura de su verga. El sexo de ella esta a disposición de él. El cuerpo flota y da vuelas mientras Alfonso toma un consolador y aceite vegetal con el cual lubrica el culo de la joven, lentamente comienza a introducir el consolador en el culo aceitado, ella grita y esto excita aun más a Alfonso quien no se detiene hasta meter por completo el objeto en el culo de ella.
Ahora toma un vibrador, retira los clips del coño y mete el vibrador encendido. Los gritos de Beatriz inundan la habitación. Alfonso saca su verga, sujeta el cuerpo flotante por los cabellos retira los clips de la boca de ella y pone uno en su nariz lo cual le dificulta la respiración a la joven y sin mediciones mete por completo y de un solo impulso la verga en la boca de Beatriz quien no puede hacer nada para evitarlo. Alfonso comienza a meter y sacar su verga de la boca caliente y húmeda. A veces la deja adentro anulando la respiración de Beatriz.
Empuña con fuerza el cabello rubio y jamaquea el cuerpo de ella a su gusto. El vaivén de hace más violento mientras las pulsaciones del vibrador provocan un orgasmos que es ahogado por la verga en la boca de ella. El vaivén aumenta, la verga de Alfonso entra en lo profundo de la garganta, hasta que un abundante chorro de esperma caliente llena la boca de Beatriz quien sin mas opción tiene que tragárselo todo, hasta la ultima gotas y chupar la verga hasta que quede limpia.
Todo ha terminado, Beatriz está vestida y se dispone a marcharse.
—Hasta el jueves— dice Beatriz mientras abre la puerta.
—Hasta el jueves.
—Ah! Casi se me olvidaba, dice mamá, que pases por allá lo más pronto posible, que no te olvides que ella fue que te trajo ha este mundo.
—Mamá molesta demasiado.
— Ya sabes como es ella, al menos ya no tienes que vivir allá, que me dejas a mí que tengo que soportarla a diario.
—Bueno, ya veré cuando paso por allá, adiós hermanita linda.
—Adiós hermanito bello.